Archivo Histórico

Raúl Ramos Zavala, educador del proceso revolucionario

María de la Paz Quintanilla Vargas.

Monterrey.- En el denominado invierno trágico de febrero de 1972, fueron asesinados Raúl Ramos Zavala y Rodolfo Rivera Gámiz; en 1974, José Ignacio Olivares Torres y José Manuel Báez; y el compañero José Ángel Martínez se encuentra en la lista de desaparecidos; todos ellos egresados y estudiantes de la Facultad de Economía de la UANL. En esa escuela se gestaron condiciones formativas para el desarrollo de una juventud preparada, con vocación social, cuyo liderazgo influyó en la conducción del movimiento estudiantil del 68 y del 71, comprometidos en la idea de luchar por transformar el mundo que nos tocó vivir.1

El 23 de octubre del 2021, la entrañable amiga y compañera Victoria Montes (Vicky), integrante y militante también del grupo Los Procesos (viuda de Raúl), junto con sus hijos Raúl Ramos Montes y Francisco Valenzuela Montes, nos invitó a un acto íntimo, discreto, para exhumar a Raúl Ramos a 50 años de su muerte. Los acompañamos al proceso de exhumación Fritz Glockner, Lupita Rodríguez, Marysol Galván Pelayo, Juan Aguado y yo. Como si el tiempo se hubiese detenido, empezamos a recordar la historia y vida de Raúl, las ideas principales que permitieron dar cuerpo teórico a la Organización Partidaria y de la Liga Comunista 23 de septiembre.

Al día siguiente, tratando de recuperar las ideas y aportaciones de Raúl al proceso revolucionario, Vicky invitó a amigos cercanos de la Universidad: de la Preparatoria Número 1 de Colegio Civil y de la Escuela de Economía, a un primer encuentro-reflexión.2 Con esta iniciativa se fue avanzando para rescatar y aclarar la historia del Movimiento Armado Socialista en México, del contexto que lo generó, con testimonios de quienes participaron y conocieron a Raúl, así como su importancia en el proceso revolucionario que impulsó. También nos encontramos con otros compañeros y compañeras que no participaron en la vía armada, pero desarrollaron otras formas de lucha social, como la gestionaría y electoral, impulsando las ideas centrales que aprendieron de aquel joven revolucionario.

En este rescate de la memoria histórica, acordamos hacer un homenaje este 6 de febrero en Monterrey, o en Durango, y finalmente se propuso la Ciudad de México. Poco a poco la propuesta se fue transformando de un el acto familiar discreto, a un acto más amplio y de reflexión. Los compañeros de Durango, del comité Cívico Arturo Gámiz, al enterarse de esta propuesta, se interesaron en hacer un homenaje a Raúl en la Normal Rural J. Guadalupe Aguilera.

Ingresé a la Facultad de Economía de la Universidad de Nuevo León en 1965; conocí a Raúl Ramos Zavala, a José Ángel Martínez, a José Ignacio Olivares Torres, a José Manuel Báez, a Rodolfo Rivera Gámiz, compañeros que se integraron al proceso revolucionario que se fue configurando desde 1968, bajo el liderazgo y conducción del mismo Raúl. También conocí a Raúl Sergio Morales Villarreal, compañero de mi generación, quien se integró a las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN). En Monterrey nacieron dos grupos guerrilleros provenientes del Movimiento Espartaquista (MER): la Liga de Comunistas Armados (LCA) y la “guerrilla sin nombre”, conocidos más tarde como “Los Macías”. También surgieron las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN) y el grupo denominado “Los Procesos”, bajo la conducción de Raúl Ramos Zavala.3

En la ciudad4 y en la Universidad de Nuevo León (hoy UANL)5, se dieron condiciones para el surgimiento de estos grupos que impulsaron la insurgencia armada socialista. En ese periodo se desarrollaron movilizaciones estudiantiles y obreras que expresaban la agudización de las contradicciones de clase. Los universitarios, particularmente los de la Juventud Comunista, luchaban por una universidad democrática, crítica y popular; la burguesía y la Iglesia católica regiomontanas, caracterizadas por tener pensamiento capitalista, pro yanqui,
conservador y anticomunista, organizaba a jóvenes egresados de los colegios católicos para contener, desplazar y sacar a los jóvenes de orientación comunista de la universidad; y para ello construyeron organizaciones similares a los grupos de El Yunque, o el Muro; en Monterrey se llamaba Corporación de Estudiantes Mexicanos (la Corpo).

En contraparte, en los años sesentas del siglo pasado, en la Iglesia Católica y en toda Latinoamérica, se dio una revolución de las conciencias, misma que exigía justicia y congruencia con el evangelio, una iglesia al servicio de los pobres, no de los poderosos. Así nació la Teología de la Liberación.

En la Facultad de Economía se fueron encontrando estudiantes de la Juventud Comunista, y estudiantes católicos militantes del Movimiento Estudiantil Profesional (MEP). El MEP fue una organización de carácter nacional e internacional, que nació bajo la estructura de la Acción Católica Mexicana; pertenecía también al Movimiento Internacional de Estudiantes Católicos (MIEC) y a la Juventud Internacional de Estudiantes Católicos (JIEC).

Los estudiantes miembros del MEP se estaban educando bajo la filosofía de la Teología de la Liberación y de la educación popular de Pablo Freire. Al abrazar el estudio del marxismo, la filosofía marxista, el método del materialismo histórico y dialecto, el método de Reflexión de Vida: Ver, Juzgar, Actuar, permitió a los estudiantes del MEP el desarrollo de la identidad con la Juventud Comunista, sentando las bases para lograr la unidad requerida para enfrentar la represión del Estado burgués. En ese proceso, el MEP derrotó a la Corpo; y, contrario de lo que esperaba la burguesía regiomontana, los jóvenes cristianos y los jóvenes comunistas en 1968 participaron conjuntamente en la lucha contra el gobierno represivo, autoritario; y con pancartas reclamaron justicia bajo la imagen de la cruz entrelazada con la hoz y el martillo.

Con estos jóvenes cristianos progresistas se nutrió el Grupo de Los Procesos, bajo la conducción y liderazgo de Raúl Ramos Zavala y la construcción de la organización partidaria (OP) y más tarde la Liga Comunista 23 de septiembre, proceso que contó también con la conducción, participación y liderazgo de Ignacio Arturo Salas Obregón, del MEP.6

Junto a Raúl aprendimos la necesidad de adquirir el pensamiento crítico y autocrítico, el estudio de la teoría de Marx, Engels, Lenin; el método del materialismo histórico y dialéctico. Entendimos la importancia de interpretar la realidad bajo la visión de la lucha de clases, así como el desarrollo permanente del deslinde de posiciones de clase, es decir: el permanente proceso de desideologización de la cultura de la clase dominante. Encontrar y liberarse de las concepciones de la clase dominante anidadas dentro de nosotros mismos, como condición para la construcción de un nuevo tipo de ser humano y de una nueva sociedad.

En esta línea, Raúl, igual que José Revueltas, buscando congruencia del ser comunista y desarrollar la revolución socialista, impulsaron primero un gran debate ideológico, de programa, táctica y estrategia en el Partido Comunista y en la Juventud Comunista. En aquel periodo del siglo pasado, ya se expresaban las dificultades del proceso socialista en la URSS. En 1960, José Revueltas detonó una crítica severa al Partido Comunista Mexicano, provocando una importante escisión. En esa línea, Raúl Ramos Zavala también rompió con el Partido Comunista en diciembre de 1970; otros militantes de la JC siguieron sus pasos.

En los diversos materiales que desarrollamos desde los años setentas, encontramos una y otra vez el principio de que todo proceso discursivo tiene su origen en el deslinde de las posiciones de clase. Raúl Ramos Zavala fue capaz de abstraerse de su condición de clase y con ello aceptó la ruta de ser revolucionario. A partir de esa decisión logró encontrar a otros compañeros, con quienes, en un esfuerzo de estudiar la realidad de México y el mundo, adquirió una visión estratégica; definió el qué hacer, entendió la importancia del esfuerzo colectivo y buscó sumar a hombres y mujeres preparados. Raúl escribió en su documento Proceso Revolucionario, que: “la acción de las masas en México se deberá contar entre los grupos revolucionarios a un conductor y orientador de sus luchas, pero también a un alimentador de sus conciencias, que le haga concluir en la necesidad de la acción revolucionaria”.

Raúl buscó entre los diversos grupos, que estaban dispersos por todo el país, a quienes planteaban la vía revolucionaria. Encontró a Diego Lucero, a Ignacio Salas Obregón, entre otros muchos más. Agrupó a militantes de la Juventud Comunista, promoviendo en las organizaciones guerrilleras ya existentes la necesidad de lograr construir una sólida organización revolucionaria, para enfrentar la represión.

En el documento Proceso Revolucionario planteó la necesidad de “la destrucción del estado colonial burgués… como nueva actitud de los revolucionarios… (de) avanzada del desarrollo político logrado en los enfrentamientos de clase que los oprimidos de México han tenido que experimentar… la única manera pues, de mantener ‘sorprendida’ a la oligarquía organizada ya para la represión en forma militar, es mediante organizaciones capaces para la acción política clandestina, que, ejerciendo la insurrección guerrillera constantemente, respondan a la represión organizada con el arma de la guerra revolucionaria.”

Incansable promotor del proceso revolucionario, en un contexto nacional e internacional que exigía ya el cambio sistémico, Raúl trabajó en la elaboración de las ideas centrales encaminadas para aclararnos a tod@s el Qué Hacer, para poder lograr unidad y organización de quienes, en la práctica, maestros, estudiantes, trabajadores del campo y la ciudad, planteaban la necesidad de desarrollar la revolución.
Tuve el honor de contar con su amistad, de contribuir a los vínculos que hicieron posible su encuentro con nuestro querido amigo y compañero del MEP, Ignacio Arturo Salas Obregón, y de participar en la construcción del grupo inicial, incansable luchador, educador y orientador. A 50 años de su caída, valoramos su ejemplo y de todas y todos los que entregaron su vida por la causa para lograr desarrollar el proceso de transformación social que requerimos.

Notas
1 Ver ponencia de egresados de esa facultad que participan en este Homenaje y Proceso de Reflexión Raúl Ramos Zavala.
2 Asistimos con Victoria Montes, Raúl Ramos Montes y Francisco Valenzuela Montes, Marysol Galván Pelayo, Juan Aguado Franco, María de la Paz Quintanilla V, Juan de Dios Sánchez, Héctor Escamilla Lira, Joaquín Moreno Castillo, Julio César Méndez, Milagro de Guadalupe Aguirre, Martha Cruz Ávila, Lídice de la Luz Ramos Ruiz, Luis Antelmo Sauceda, Ernesto Villarreal Landeros, Arturo Aguado y Julio Guerrero. Arturo Huerta González y Héctor Torres González, enviaron breves semblanzas del compañero y amigo y luchador social. Y de la UNAM, la maestra Antonieta Rendón hizo lo propio.
3 María de la Paz Quintanilla V. “Guerrilleras”, primer y segundo encuentro de mujeres exguerrilleras, 2003 y 2008.
4 María de la Paz Quintanilla:
 Rescatando la Memoria Histórica, 6 de junio de 2019, CIICH, UNAM.
5 Benjamín Palacios Hernández,
 Páginas sobre Arturo B de la Garza, editado por la UANL en 2015. En la UNL había un proyecto educativo con orientación socialista, que poco se conoce. Al hacer honores a la bandera, se cantaba la internacional comunista.
6 Benjamín Palacios Hernández,
 Héroes y Fantasmas: La Guerrilla Mexicana de los años 70. p. 59, 60, 61y 62: “El Grupo Monterrey aportaría la cuota mayoritaria del núcleo dirigente de la Liga- tuvo en Raúl Ramos Zavala e Ignacio Salas Obregón…el más destacado de militantes cristianos revolucionarios”.

* Texto preparado para su lectura en el Homenaje a Raúl Ramos Zavala, Ciudad de México, 6 de febrero de 2022.

Editor

Medio independiente de noticias relacionadas con la Cuarta Transformación de México.

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