Opinión

Privatización del agua

El agua dulce en el mundo es suficiente
para abastecer una población humana
tres veces mayor a la actual.

Instituto Mexicano para el
Desarrollo Comunitario
(IMDEC AC, 2006)

Monterrey.- Si las condiciones del crecimiento demográfico global y la tecología para disponer de agua siguieran como hasta ahora y –sobre todo– se continuara administrando imprudentemente el vital recurso, faltaría casi un siglo para enfrentar el proceso multifactorial de selección natural, implícito en la teoría de Maltus, aplicable a la evolución a la especie humana.

Las crisis detonadas por la falta de agua, que ciclicamente aparecen en algunas zonas, se explican básicamente por lo difícil que resulta distribuir la población y el sistema productivo de acuerdo a la forma que, por su naturaleza, se reparten territorialmente las fuentes hidráulicas.

Para el mundo de los negocios toda crisis viene asociada a un ambiente de oportunidades para quienes tienen la suerte y facilidades de operar, con recursos suficientes, en el ramo de activadad económica donde se propicia el desajuste. No hay mejor negocio que, además de extenso, se goce de hegemonía a largo plazo y libre de regulaciones estrictas de precio.

Es en el caso de la crisis del agua donde actualmente tienen puesta la mira los cazadores de fortunas procreados dentro del modelo neoliberal, en cuya mística se tiene por sano al lucro sin recato alguno, la privatización del agua ha llegado a ser, hasta ahora, la expresión más clara de cómo el sistema capitalista de producción puede llevarnos doctrinalmente al darwinismo social.

Hay señales, como el caso del proyecto para traer agua del río Pánuco, ante la potencialmente permanente crisis para suministrar el agua a Monterrey y su Área Metroplitana, que indican la tendencia de entregar el servicio, como negocio, a la iniciativa privada. Abundan ejemplos en otros países donde, independientemente del nivel de desarrollo, estrategicamente se tomaron medidas semejantes con miras a privatizar el agua, argumentando que el Estado es per se un deficiente administrador de los recursos.

El agua es un recurso para el cual, por su naturaleza, no se puede excluir de su uso a nadie por lo tanto –la única opción, para cumplir con tal propósito, en toda organizción económica nacional– el manejo del agua debe estar en el Estado no en la iniciativa privada.

Según un artículo sobre “La lucha contra la privatización del agua en México “, publicado en el 2006 por The Transnational Institute (TNI), existe una organización formada por grandes corporaciones transnacionales que aliadas a sus gobiernos tienen una agenda a seguir en torno al agua con la misión de hacer, con este tema, eco de las políticas neoliberales. En dicha publicación argumentan que la pivatización del agua, donde se ha llegado a establecer, ha provocado trastornos en el bienestar económico y social, haciendo más notorios los daños en los países menos desarrollados.

Las cicunstancias actuales obligan al debate nacional para el diseño de políticas públicas dirigidas al abasto de agua de manera equitativa. En lugar de ceder al sector privado la administracion del recurso, corresponde al Estado mexicano su prudente operación a través de una institución estrictamente autónoma.

Entre las medidas a tomar más apremiantes estaría la de los cobros de impuestos, específicos y progresivos, a las industrias y negocios que sean intensivos en el uso de agua potable, así como otorgar estímulos fiscales para quienes inviertan en su ahorro y/o el reciclado. Los recurso recaudados (específicamente) serían destinados, una parte, a programa nacional de ahorro y, la otra, para ampliar y mejorar los sistemas acopio y distribución.

Por Víctor Vela

Editor

Medio independiente de noticias relacionadas con la Cuarta Transformación de México.

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