Opinión

Elecciones 2022: una estocada más al régimen priista

Textos y Contextos

Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera

En 1989, por primera vez un partido distinto al PRI gobernaba un estado de la República en el siglo XX: se trataba del PAN, que aprovechaba las luchas de la izquierda por generar instituciones democráticas que vigilaran las elecciones, y espacios en los que se garantizara la participación de sus organizaciones.

Reformas como la Ley de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (LOPPE) de 1977 impulsada porque un año antes el candidato priista compitió sólo contra sí mismo en el camino a la presidencia, y a la postre la creación del IFE en 1990, derivado de la caída del sistema de 1988, fueron esas grietas que las luchas sociales le fueron abriendo al sistema totalitario del Partido Revolucionario Institucional que durante décadas manipuló el escenario político, económico y gubernamental del país.

Y es que a la llegada de Díaz Ordaz en 1964, ese Estado paternalista que fundó el IMSS (1943), el ISSSTE (1959), Liconsa (1944), el Conaliteg (1959), entre otras instituciones, se convirtió en un monstruo de represión y desaparición forzada, obsesionado con aniquilar, no sólo las ideas comunistas, si no cualquier amenaza de oposición a su régimen, por pequeña que esta fuera.
La historia de la lucha por transformar ese sistema vivió este 5 de junio un capítulo más, pues Morena, un movimiento fundado apenas en 2011, y convertido en partido político en 2014, ya tiene bajo su mando a 20 de las 32 entidades federativas en México.

La alianza PRI-PAN-PRD ha perdido fuerza no sólo por su extrema contradicción ideológica de combinar partidos de centro, derecha e izquierda en su pacto, si no también, por palabras como las de Santiago Creel, pieza clave de Acción Nacional, quien dijo hace unos días: “El jefe nacional a los cuervos de la Nación, haciendo toda su labor, son recursos públicos, es con los padrones de los programas sociales. Entonces esto es un ataque a la democracia, ni en las peores épocas del PRI, hoy nuestro aliado, ya democratizado”.

A esto, se suma que Alejandro Moreno, actual líder del Revolucionario Institucional, ha sido acusado de enriquecimiento ilícito cuando fue gobernador de Campeche, así como también sus desafortunadas declaraciones en un audio filtrado por la actual mandataria de dicha entidad, Layda Sansores, donde el dirigente afirma que a los periodistas hay que matarlos de hambre, y no a balazos.

Es decir, la mayoría de la sociedad, busca cambios profundos porque los partidos que hoy son oposición, encabezaron gobiernos caóticos, represivos y corruptos en las últimas décadas, siendo uno de los peores el de Felipe Calderón (2006-2012), pues su muy fallida estrategia de lucha contra el narcotráfico dejó consecuencias que se siguen y se seguirán arrastrando, por desgracia, muchos años más.

Por eso para Morena esta es la oportunidad de no fallar; así como desde el Congreso, su mayoría eliminó el outsourcing y garantizó la pertenencia del litio que se encuentra en territorio nacional al Estado, teniendo más de la mitad de las gubernaturas, se deben realizar alianzas estratégicas entre los mandatarios locales para impulsar el desarrollo económico, social y, sobre todo, la seguridad, por la que tanto clama la gente.

En las épocas priistas, los políticos locales llegaban al mando estatal con la clara idea de: crecer políticamente y jamás perder sus privilegios, saquear a las instituciones para enriquecer sus arcas personales y en general, ser parte de una oligarquía intocable, en la cual, idealmente, esos privilegios se heredan a la familia.

Hoy, más que nunca, Morena debe utilizar a todo tipo de profesionales: sociólogos, economistas si acaso hasta filósofos, para que se diseñen planes de colaboración entre estados para maximizar el aprovechamiento de los recursos que existen en nuestro país, pues México, al ser megadiverso, cuenta con grandes ventanas de oportunidad, más si el norte, centro y sur pueden crear alianzas, ahora que no hay diferencias políticas, incluso sumando a Morelos, que gobierna el PES controla y San Luis Potosí, que dirige el Partido Verde.

Finalmente, las elecciones de este domingo demostraron lo que la oposición se resiste a creer: Morena se perfila a tener un segundo periodo presidencial en 2024, con lo que, de ganar también la mayoría en el Congreso, tendría un poder absoluto, más aún cuando, en 2023, podría dar el golpe final al PRI y, así como lo hizo en Hidalgo, donde terminó con 93 años de dominio tricolor, lo haga en el Estado de México.

Del partido fundado por el actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, y de sus muchos miembros a los que la sociedad les está dando una oportunidad, depende de que esta sea una verdadera 4ta Transformación y sólo ellos sabrán como quieren que la historia les recuerde. Lo innegable es que la oportunidad para impulsar al país, es inmejorable.

Editor

Medio independiente de noticias relacionadas con la Cuarta Transformación de México.

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